El ejercicio físico es una de las mejores formas de recuperar y potenciar las capacidades funcionales que se han ido perdiendo con el paso de los años. Mantenerse activo durante esta etapa de la vida:
Retrasa el envejecimiento cerebral y previene la aparición de enfermedades como el Alzheimer.
Mínima el riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares, respiratorias y del sistema muscular.
Mejora la calidad de vida. La actividad física regular ayuda a vencer el sedentarismo y el aislamiento, favoreciendo una mayor autonomía personal y la sociabilización.
Fortalece el sistema inmunitario.
Evita la rigidez de las articulaciones y reduce la aparición de lesiones musculares y óseas.
Potencia la masa muscular, la fuerza, la resistencia y la flexibilidad.
Mejora los reflejos, la coordinación y el equilibrio.
Reduce la grasa corporal evitando la obesidad y mantiene el colesterol en los niveles adecuados.
Potencia las capacidades mentales. Hay evidencia de que la condición física mejora la capacidad cognitiva y reduce el riesgo de demencia.
Ayuda a regular el patrón de sueño y evitar el insomnio.
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